Las treinta lenguas de Ernesto de la Peña

Las treinta lenguas de Ernesto de la Peña

Ernesto de la Peña fue un lingüista, humanista, políglota y erudíto que dejó huella en las letras y la academia de México. Enrique Krauze recuerda sobre él y su familia: “Descendía de la musa mayor del siglo XIX, la legendaria Rosario de la Peña de la que se enamoraron casi todos los liberales: Manuel Acuña hasta la muerte, Ignacio Ramírez hasta la locura y José Martí hasta el extravío. Ella –que los sobrevivió a todos– solo quiso a quien no debió querer: a Manuel M. Flores.”

No dejaba de sorprender su capacidad políglota. Llegó a dominar treinta lengüas, de lo que Carlos Fuentes llegó a comentar: “[del] grupo basfumista, ardoroso y anárquico, en el que militaba un filósofo rubio y delgado, Ernesto de la Peña, que sabía veintitrés lenguas, incluyendo la de Cristo.”

Dada su vocación cultural, lector desordenado que se dejaba envolver por libros de historia, filosofía, literatura o cuanto cayera en sus manos, fue galardonado tanto con el Premio Xavier Villaurrutia en 1988 como por el Premio Internacional Alfonso Reyes en 2008.

Fue considerado uno de los diecisiete sabios del final del siglo XX, un ejemplo del prodigio de la cultura humana y, sobre todo, mexicana.

Ernesto de la Peña nació el 21 de noviembre de 1927, en la Ciudad de México.+