La trágica honestidad del grunge

La trágica honestidad del grunge
05 de octubre de 2020
Iván Nieblas

El crítico literario Harold Bloom sostenía que todo cambio de paradigma tiene que surgir necesariamente de las contingencias sociales que formulan sus propios postulados. En este caso, las letras de las bandas más destacadas y emotivas de la escena del grunge (Nirvana, Soundgarden, Pearl Jam y Alice In Chains) se impusieron a principios de los noventa como el nuevo paradigma cultural encargado de cuestionar y rechazar los valores de la generación anterior y los eventos del momento. Aunque pudiera parecerlo, no es descabellado que los letristas de “los cuatro grandes” se inscriban en una larga tradición de innovadores literarios de la talla de John Milton o el propio William Shakespeare.

Al igual que el par de literatos británicos, una vez que otros músicos (no sólo de la zona de Seattle) escucharon las creaciones de estas bandas, irremediablemente siguieron sus pasos buscando su propia identidad y nuevas formas de expresión. Sin embargo, cuando una expresión cultural se masifica y es absorbida por el aparato mediático/empresarial, va perdiendo su valor inicial. La fórmula que una vez sorprendió se vuelve un lugar común y termina por desaparecer o ser reemplazada por un producto de menor calidad.

Nirvana lo comenzó todo

Para que una pieza literaria, un poema o una canción sean innovadoras, necesariamente deben representar el momento de la historia y la cultura que están viviendo. Probablemente esa es la razón por la que “Smells Like Teen Spirit”, el gran hit de Nirvana, se convirtió en un himno de la Generación X.

Sin querer analizar de más lo que a todas luces es un juego de palabras construido bajo la influencia de John Lennon o la técnica de cut & paste de William Burroughs (juntando palabras que suenan bien, sin importar si significan algo o no), la canción se mantiene como el símbolo de la angustia y rebeldía contra el corporativismo norteamericano, debido a que Kurt Cobain no intenta enviar un mensaje profundo como Bob Dylan, Woody Guthrie o Bob Seger, simplemente se muestra tal como es: con total honestidad y extrema rebeldía.

Nirvana

Soundgarden

Cobain fue el primero en dar el paso al frente. Se expuso con toda su vulnerabilidad ante el público, algo que todo el mundo deseaba pero tenía miedo de hacer. Nadie estaba preparado para ser honesto consigo mismo, ni con los demás. Esto es, sin duda, el elemento clave para la Generación X y la escena alternativa/grunge: la necesidad de ser auténtico, tan honesto como sea posible. Esta necesidad es consecuencia de lo que sucedía con la generación anterior en la década de los ochenta.

Del hair metal al heave metal

En el ámbito musical, la gran corriente que dominaba el panorama junto con el hip hop y el new wave, era el heavy metal. Propiamente una corriente conocida como hair metal (debido a los estrafalarios y gigantescos peinados de los músicos). Pensando en bandas como Van Halen, Mötley Crüe, Poison, Bon Jovi, Ratt y muchos otros, no podríamos decir que se comunicaban con sus fans con toda sinceridad. Más allá de las típicas power ballads, los quehaceres de la escena del hair metal siempre se sintieron falsos. Era muy adecuado que esta escena tuviera su base en Los Ángeles; ciudad apodada como “Lalaland”, un término coloquial que se utiliza cuando alguien o algo está “fuera de la realidad”.

Así nació el grunge

Es probable que los músicos y fans de la escena hair metal, sinceramente tuvieran una gran pasión por la fiesta, los excesos, un ego desmedido y la necesidad de ser “alguien más” gracias a su vestuario extravagante. La contraparte tuvo que venir del norte del país: Seattle, Washington. Una región maderera con un clima particularmente lluvioso y que en la década de los ochenta pareció olvidada de la mano benefactora del gobierno estadounidense. Los jóvenes no tenían días soleados y calles como Sunset Strip para pasear y pavonearse. La mayor parte del tiempo estaban confinados en sus casas.

Así que, para matar el aburrimiento, formaron grupos musicales en sus sótanos, y unos iban a ver a los otros creando una amistosa y nutrida escena subterránea. En contraste con la eterna sonrisa falsa de Los Ángeles, la escena de Seattle respondió con lo que consideraba valores más sinceros. Gran parte del atractivo del grunge radicaba en que no estaba ligado a un género como el heavy metal, que era predominantemente masculino.

Las bandas, compuestas por hombres y mujeres, usaban ropa de trabajo, nada llamativa, con colores discretos, botas pesadas con suela antiderrapante y camisas de franela, propias de los trabajadores madereros. Nada en el atuendo grunge hacía referencia o resaltaba los estereotipos masculinos o femeninos. Principalmente Kurt Cobain, los Red Hot Chili Peppers o Shannon Hoon, cantante de Blind Melon, cuestionaban el llamado “cock rock” al usar vestidos y maquillaje sobre el escenario, en sesiones de fotos o videos.

Cobain escribió canciones de corte totalmente feminista como “Sappy y Been A Son”, al igual que Eddie Vedder con temas como “Daughter”, “Better Man” y “Why Go”. Ambos compositores intentaron hacer una reflexión humanista y equitativa, aunque siempre tenían un tinte trágico.

La depresión, el suicidio, los traumas infantiles no superados, el aislamiento, la rabia, la desilusión, la crítica social, la ecología, el feminismo, la homosexualidad y la muerte fueron los temas que toda esta generación enarboló como una nueva forma de expresión artística que tenía una desgarrada honestidad. En este sentido, la poesía tradicional y el grunge guardan ciertos paralelismos al implementar un nuevo vocabulario que describe directa o metafóricamente un momento específico de la existencia, como los juegos de lenguaje que describe Ludwig Wittgenstein.

Wittgenstein sostiene que nuestras palabras son parte de un juego de lenguaje, como una broma interna; un chiste que sólo es posible entender si uno está al tanto de los elementos que lo componen, como el lenguaje y las referencias específicas a una persona o hecho. El grunge representa una alternativa al discurso vacío y frío que la sociedad usó durante los años ochenta, en un intento por crear algo que hablara de un modo nuevo y mucho más profundo a la sociedad de los noventa.

Y seguramente hay algo profundo en las letras del grunge, pues por más que las empresas intenten explotar la moda y la música de cualquier corriente, la generación se tiene que identificar con una idea específica y la forma en la que ésta es expresada.

La Generación X sufrió los embates de la represión cultural de los ochenta, su consumismo desmedido, y estaba al tanto de los errores y fracasos de la generación de los sesenta, cuyos ideales hippies se desvanecieron con el humo de la marihuana y los vapores del LSD.

El grunge representaba el sonido honesto que liberaba ese sentimiento de inferioridad colectivo, expresado por una serie de artistas que creaban música sin engaños, ni trucos, ni alardes de grandeza. Aunque Nirvana, Soundgarden y Alice in Chains parecían estar más interesados en regodearse en el aislamiento, la ansiedad, el autodesprecio y la desesperanza, también había espacio para la protesta social.

Pearl Jam y Cia.

Pearl Jam levantó la voz directamente contra el racismo en la canción “W.M.A.” (White Male American) que habla sobre los disturbios en Los Ángeles en 1992, como consecuencia del abuso policiaco hacia un ciudadano de nombre Rodney King. Cuatro policías blancos golpearon brutalmente a un hombre negro y fueron absueltos. Durante seis días, otras ciudades de Estados Unidos se sumaron a las protestas para mostrar su desacuerdo contra la supremacía racial institucional.

Pearl Jam

La letra de Eddie Vedder señala con índice de fuego los privilegios de ser blanco en Estados Unidos, de la misma forma que lo hacían artistas de hip hop como Public Enemy y N.W.A.

De la misma forma, Pearl Jam cuestiona la idea de lo masculino y la libre venta de armas en Norteamérica en la canción “Glorified G”. De alguna manera, los “cuatro grandes” del grunge encapsulan y representan dos grandes vertientes del sentir de la Generación X. Pearl Jam y Soundgarden aportan el comentario social, mientras que Nirvana y Alice In Chains se enfocan en una autocomplacencia autodestructiva.

A la vez, las cuatro bandas mostraron otra característica semejante a los creadores de poesía, quienes necesitan demostrar constantemente que no son una copia del otro, sino que cada uno representa la necesidad específica que tiene cierto sector de la sociedad. De la misma forma en que Elizabeth Wurtzel puso en el ojo público su lucha contra la depresión en su libro Prozac Nation, Kurt Cobain le da voz a toda una generación de jóvenes aburridos, solitarios y con muy baja autoestima en temas como “Lithium”.

Durante el coro, repite una y otra vez la frase “I’m not gonna crack”. Cobain está luchando consigo mismo para no quebrarse. Se autodesprecia al compararse o percibirse como alguien que simplemente no encaja, con un odio casi narcisista. En “Lithium”, Cobain está haciendo malabares en la cuerda floja para no caer en el abismo de la inestabilidad emocional y mental.

La Generación X a menudo es calificada como temerosa, egoísta y ensimismada. Sin embargo, estas características provienen de la propia generación que los critica. Los boomers fueron quienes al pretender imponer sus ideas materialistas pseudo militares mediante el miedo y la represión, desataron sin querer una lucha social en oposición a esos valores, la cual utilizó el vehículo más efectivo y veloz de todos: la música. +