Felicidad paradójica (Carta editorial Revista Lee+ 140)

Felicidad paradójica (Carta editorial Revista Lee+ 140)

En muchas ocasiones, la rebelión carece de sentido. Lo que se piensa como contestatario, revolucionario o abiertamente contrario al sistema no tiene la fuerza para escapar de él. Hoy, una buena parte de las actitudes rebeldes se han transformado en una simulación incapaz de provocar una crisis. Prácticamente todos los seres humanos –sin importar el género, la preferencia o la condición– estamos condenados a seguir las reglas del consumo. Y, cuando imaginamos que las rompemos, sólo las fortalecemos con nuestros actos. La ilusión de la rebeldía es una mercancía que podemos adquirir a la vuelta de casi cualquier esquina.

Las personas que aman la música no comercial están dispuestas a pagar más que los fanáticos del Billboard; los que buscan la comida orgánica también desembolsan más por un alimento, y los integrantes de las tribus urbanas son capaces de gastar sumas significativas para diferenciarse de los otros. Ellos, los que aparentemente están en contra del sistema, son tan consumistas como los integrados a quienes critican. Y, tal vez, es posible pensar que ellos aprendieron que la rebelión sólo es una ansiedad por el estatus, una manera de comprar una diferencia, un método que les permite imaginarse como seres que escaparon del sistema.

Ante estos hechos vale la pena preguntarnos por el consumo depredador, por las ansias de poseer que nos enajenan, por una sociedad que se sostiene gracias al espectáculo y la fugacidad. La moda nos iguala –no importa si somos parte de una tribu urbana–, la música nos homogeneiza y con el cine ocurre algo muy parecido aunque soñemos que cada una de las notas y las imágenes nos alejan de esa condena. Por esta razón Britney Spears está en nuestra portada, cosificada, “popped”, absorbida por el sistema, y nos obliga a reflexionar sobre una sociedad que en realidad se consume a sí misma.+

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