‘Soy un artesano que cuenta historias despacito y que habla de personajes emocionados…’: Entrevista con Domingo Villar

‘Soy un artesano que cuenta historias despacito y que habla de personajes emocionados…’: Entrevista con Domingo Villar
30 de diciembre de 2019

Domingo Villar es uno de los referentes en la novela negra española, también ha sido guionista para cine y televisión además de periodista, su primera novela, Ojos de agua, obtuvo gran reconocimiento por parte de la crítica especializada en el género policiaco y a la fecha su serie de libros ha sido traducida a más de 15 idiomas. En esta ocasión Domingo nos presenta su nuevo libro El último barco bajo el sello editorial de Siruela Ediciones. Cargado de una poética especial y de un relato que desentraña tanto el misterio de la desaparición de Mónica Andrade como del propio personaje, Leo Caldas nos vuelve a acompañar a develar las profundidades de aquel mar. Para conocer más sobre la más reciente obra de Domingo, el autor platicó con nosotros.

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Me gustaría que nos contara sobre el título de su libro, El último barco

El último barco es un título polisémico como todos los títulos de mis novelas que hablan, por un lado, de manera concreta del último barco que tomó Mónica Andrade, que es la mujer desaparecida, cuya búsqueda articula la novela; y por otro lado, de los últimos barcos de decisiones que van tomando los personajes a lo largo del libro, con incertidumbre, como sucede siempre en la vida, si será el último o no.

La playa suele ser un lugar apacible, donde una persona estaría fascinada de pasar sus últimos días. En este tipo de lugares tan tranquilos, ¿puede existir también espacio para el misterio?

Yo creo que sí, es más, son escenarios idóneos para el misterio. Lugar de playas mansas donde parece que no sucede nada y a veces el mar puede ser por la superficie muy calmada, pero por el fondo está turbulento. Sucede algo parecido en esos escenarios.

Leo Caldas, el protagonista en turno, es el que nos va llevando poco a poco a desentrañar la desaparición de Mónica Andrade. Bien sabemos que cada creación guarda en parte del creador. ¿Qué refleja Leo Caldas de Domingo Villar?

Los dos estamos hermanados por haber nacido y crecido en el mismo lugar. Los dos tenemos algunos amigos comunes, entre los regentes de distintas tabernas, en la ciudad de Vigo. Los dos tenemos un padre bodeguero, quien nos enseñó que hay que tratar con calma la vid, que hay que dar el tiempo para que el azúcar se convierta en alcohol y el vino fermente y esté en el momento óptimo. Tiene varias cosas de mí. También colabora en la radio, una actividad que hice durante varios años. Él es policía, tiene una tarea distinta, apasionante, pero muy distinta a la mía.

En referente a cómo un vino debe ir fermentándose, ¿cómo es que tú fermentas tus propias novelas?

Las cocino a fuego lento, escribiendo poco a poco, buscando una musicalidad en el texto y buscando que el texto arrope y así voy despacio, sin prisa e inexorablemente avanzando como las olas del mar. No hace falta que rompan demasiado violentas para que venga una ola y otra y otra, y así avanza la investigación.

Si no fueses escritor, ¿serías detective?

No lo creo. Probablemente, si volviera a empezar, escribiría también, pero a lo mejor estudiaría medicina.

Mónica es el personaje que conocemos al principio y, posteriormente, no leemos sus acciones directamente, sino, más bien, de las reminiscencias que dejó. ¿Cuál fue el reto de hacer a una persona ausente tan presente en este relato?

Es precisamente lo que buscaba, que su personalidad, incluso su fisonomía se conformase a medida que la recordaban, la describían el resto de personajes de la novela. La gente que la conoció, que la rodeaba, que la amaba; en fin, así se iba componiendo el personaje: a través de las miradas circundantes.

Conforme vamos avanzando con el relato, vamos descubriendo a Mónica.

Las piezas van encajando. Primero vemos que hay una desaparición y luego vamos encontrando la relación y todos los hilos que quedaban sueltos y podemos acceder a ella.

¿Qué opinas de las recientes desapariciones de mujeres?

Son un drama, hay que entender que las mujeres desaparecidas no pueden ser un número y que hay que tratarlas una a una y darles su nombre. También hay que escuchar a la gente que necesita ser escuchada. En diversas ocasiones los familiares de las personas desaparecidas lo que quieren es un poco de atención, un poco de respeto, de cariño y un hombro sobre el qué llorar. Más que otra cosa, atención y delicadeza. Espero se tenga con ellas.

¿Cuál es el misterio por resolver en la realidad?

El misterio por resolver en la realidad es ¿qué vamos a hacer tanta gente en un mundo donde hay cada vez más personas y falta cada vez menos gente para hacer las cosas? Intentaremos, de alguna manera, solucionar la cosa. No sé bien como lo vamos a resolver.

Tu libro ha tenido una muy buena recepción por los lectores, ¿podremos leer más sobre las historias de Leo Caldas?

Espero que sí. Por lo menos, lo voy a intentar. No estoy seguro de terminar un libro que me guste, pero si estoy seguro que voy a intentar escribir un libro que me guste. Ya veremos qué pasa.

A los lectores que aún no te leen, ¿por qué deben leer tu libro?

No creo que deban, tampoco lo vamos a obligar. Yo no soy un intelectual que busca trascender, soy un artesano que cuenta historias despacito y que habla de personajes emocionados y de esa manera va creciendo. Quien espere muchas persecuciones, tiros, mucha sangre, muchas vísceras, probablemente no son mis novelas las adecuadas. Sin embargo, quien espere historias reflexivas, íntimas, con una trama policial más o menos robusta y que le permita hacer un viaje a tierras brumosas de Galicia, a lo mejor puede pasarse unas horas conmigo.

Además del misterio, ¿deseas escribir sobre otro género próximamente?

Estoy escribiendo teatro y escribo cuentos frecuentemente. Algunos están recogidos en antologías, otros los guardo para mí. Frecuento otros géneros también.

¿Cuál es el último barco en tu vida?

El último es el que me ha traído hasta México y que me ha permitido regresar aquí trece años después. Esperemos que no sea el último y como mucho, el penúltimo. Esperemos que pueda volver otra vez.+