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“Detrás de cada vagabundo hay una historia muy fuerte”. Entrevista con Carlos Velázquez

“Detrás de cada vagabundo hay una historia muy fuerte”. Entrevista con Carlos Velázquez
R. de la Lanza

Carlos Velázquez vuelve a la narración breve con Despachador de pollo frito, una colección de cuentos sobre la soledad, la pertenencia y la identidad, todo en un ambiente enrarecido por el absurdo real, si se me permite el modo de presentarlo, lleno de recursos lingüísticos coloquiales, giros dramáticos y ese humor viciado al que somos tan proclives los capitalinos (no todos los cuentos están ambientados en la Ciudad de México, pero el mood sí que es chilango).

Las historias de Despachador de pollo frito parecen inconexas entre sí al inicio, pero al ir avanzando, ganan mucho en su cohesión intersticial.

“Mi libro anterior, La efeba salvaje, era muy ecléctico —explica Carlos Velázquez en entrevista—, y ese efecto se pasó al Pollo frito. Allá hay un cuento detectivesco, pero no tan policiaco. Y tengo un cuento sobre caballos y fantasmas. Este efecto me gustó, así que hice un libro con historias muy disímbolas entre sí, pero que sí tienen puntos de contacto”.

El cuento que abre el libro es una intriga detectivesca sobre la verdadera personalidad de Paul McCartney: un ex integrante de las fuerzas especiales británicas recibe la asignación clandestina de ir a detener al impostor que ha ocupado el lugar del icónico Beatle. “Cuando yo leí de la supuesta muerte de McCartney, me pareció una locura. Y quise hacer más delirante la historia. Los editores decidieron que ese cuento era el portal. Y así entras a un universo que a pesar de lo delirante que es, no te anuncia tan bien el mundo al que vas a seguir entrando. El que sí quise que fuera el cuento que cerrara es el del pollo frito”.

El eclecticismo y la erudición de todo el libro ya aparece vigente en ese primer cuento. Pero esa erudición no sabe a sabihondez. El relato se antoja para que sea el primer gran episodio de una intriga cómico policiaca de proporciones épicas.

El segundo relato, ya con mayor sabor a una aventura mexicana, sobre un “Godínez” y sus líos de faldas, es un cuento muy particularizado. “Ese cuento surgió de modo accidentado —nos platica—. Sólo tenía una línea. Y como en un ataque de pánico, porque había que irnos a imprenta, lo hice en 16 horas. El editor dijo: ‘se queda, y tenemos el libro completo’. Soy muy metódico. Antes de vaciar puedo pensar por meses lo que vaciaré en la página, pero este personaje me empezó a hablar y entonces yo me sentí atraído por este cabrón que me fue envolviendo hasta llevarme al final del relato”.

“También lo aproveché —confiesa Velázquez— para burlarme de ciertas cosas que aún tienen cierto grado de santificación, como la chica que es fresa y zapatista. Cada uno es libre de sus creencias, y una posición privilegiada no te impide hacerte consciente, pero cuando alguien comienza a lucrar con la tragedia de los otros, entonces se vuelve digno de ser ridiculizado”.

 

En uno de los cuentos, cuyo protagonista Camilo Meneses, se narra lo que sería el paradigma de la tragedia sobre la homosexualidad: un hombre que busca por todas las formas tener relaciones homosexuales con un compañero de trabajo, termina imposibilitado de ejercer su sexualidad. “Volví a los personajes gay de otro libro —explica Velázquez—: está la Vaquerovia y en otro cuento está el director de orquesta, que es más travesti. No le veo caso contar una historia si no voy a contar lo que los personajes están pidiendo a gritos que se cuente. Lo que quiero poner de manifiesto es que detrás de cada vagabundo que uno ve tirado en la calle, hay una historia fuerte”.

Y ese es precisamente el hilo conductor que se va vislumbrando con mayor claridad hacia el final del volumen. “El cuento del director de orquesta fue el que menos le gustó al editor —dice Carlos Velázquez—. Pero muchos me han escrito para decirme que les encanta. La constante de estos cuentos es la experiencia limítrofe. Este personaje, estando completo, es un ser incompleto. Y cuando resulta mutilado es cuando se encuentra a sí mismo. Me han preguntado si me basé en un director real, porque sí hay un circuito de directores de orquesta en la provincia, que parecen calcados: xenófobos, clasistas, bisexuales, homosexuales, y se hacen amigos de los políticos y terminan convirtiéndose en tiranos… Ese culto a la personalidad del tirano, como el director de orquesta y el reemplazo de Paul McCartney, que se entroniza encima de la miseria colectiva…”

Seguro habrá quienes se sientan aludidos, si no es que ya hubo quienes incluso se hayan quejado. “Pero lo que hace la historia es realmente el giro de tuerca —insiste Velázquez— que consiste en que los personajes sólo se encuentran a sí mismos cuando son mutilados.

Velázquez tiene la oportunidad de medir el impacto de su novela por la respuesta en redes sociales, en las que la actividad le permite tomar de primera mano ese feedback. “Los lectores me dicen cuál es su cuento favorito, y me preguntan cosas sobre el contenido, la portada, el título, pero me llama la atención que todos tienen cuentos favoritos diferentes. Eso significa que los relatos que yo creo que producirán cierto efecto, en realidad tienen una vida independiente”. +