El virus mortal

El virus mortal
21 de mayo de 2020
Hilario Peña

Muéstrame un hombre y te mostraré un santo. Muéstrame dos y se enamorarán. Dame tres y formarán una cosa encantadora llamada sociedad. Dame cuatro y construirán una pirámide. Dame cinco y marginarán a uno…

 Stephen King, Apocalipsis

Ahora que está de moda el tema, es buen momento para hablar de Apocalipsis (publicada en México por Penguin Random House), el verdadero magnum opus de Stephen King. Apocalipsis trata de un virus gripal que mata al 99.4% de la población mundial, y, al mismo tiempo, es una actualización del Señor de los anillos, pero donde el héroe hobbit es un obrero texano llamado Stu Redman, Sauron es un vagabundo con poderes sobrenaturales llamado Randall Flagg, y Mordor es Las Vegas

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Si puedes, lee la versión original, la de 1978. Es la mejor. Sucede que la edición extendida, al estar ambientada en 1990, tiene demasiados anacronismos. Se cambiaron las fechas y un poco la ambientación, pero quedaron muchas cosas por actualizar. La historia funcionaba mejor en el contexto de la Guerra Fría. Además, sus personajes y sus maneras de actuar son setenteros. A la versión extendida solo le doy tres estrellitas de cinco y a la original le doy cinco de cinco. A la traducción al español solo le doy una estrellita por ser HORRIBLE. ¡No la lean! Los puede matar del aburrimiento.

Apocalipsis, la original, la que me gusta a mí, consta de 823 páginas que se van como cerveza fría y espumosa en día caluroso de verano. King la escribió cuando estaba in the zone –como Michael Jordan en 1991–, y es de los pocos títulos que leo y releo sin cansarme. Se trata de una novela ambiciosa, mágica y épica que se atreve a narrar, de manera minuciosa y fascinante, la caída de una civilización a manos de una epidemia apocalíptica.

La novela es vasta porque King no dejó nada en el tintero. Narró todo lo que tenía que narrar, sin chapuza. Esto no es una novelita “de lenguaje”, de cien paginitas y con jueguitos de palabras para fingir una profundidad inexistente. Esto es novela postapocalíptica y en su mejor forma.

Pero lo que más me gusta de Apocalipsis es la riqueza y tridimensionalidad de sus personajes. Esa capacidad de King para ahondar en la mente y las motivaciones de sus creaciones. Está tan bien desarrollado todo el elenco que en mi tercera lectura me sentí más identificado con villanos, como el bandolero Lloyd Henreid, que con los héroes de la historia. De los “buenos”, mi favorito es el retrasado mental Tom Cullen (“¡L-U-N-A, así se deletrea Tom Cullen!”). Además, la novela cuenta con uno de los momentos eróticos más excitantes que he leído, aquel que ocurre entre la canosa Nadine Cross y el conspirador Harold Lauder, otro de mis antagonistas predilectos.

El jefe de todos los malos es Randall Flagg, un sujeto que luce como cualquier otro pero que cuando sonríe “las aves caen muertas de los cables del teléfono. Cuando te ve de cierta manera, tu próstata se corrompe y tu orina comienza a arder. El pasto se pone amarillo donde escupe”.

Sí, hay un deus ex machina gordo y apestoso al final, pero todos sabemos que el nacido en Maine no se distingue por presentarnos los mejores desenlaces. Lo importante no es el destino de este viaje de más de 800 páginas, sino saborear la narración.+