El secreto poder de Clarice Lispector

El secreto poder de Clarice Lispector
Viernes 8 de marzo de 2019
Emiliano Mastache

Desde hace algunos lustros, Clarice Lispector ha sido una escritora cada vez más referida con el fin de mostrar una especie de reverso o reversión del poder; o como un ejemplo de deconstrucción del mismo. No pocos aspectos de su literatura son concebidos como contra-hegemónicos. Y tales abordajes no carecen de sustento; son absolutamente válidos y necesarios.

En ese sentido, afirmar que la más reconocida escritora del Brasil, efectivamente, emprende en su literatura distanciamientos diversos y deconstruye, entre otras cosas, desde el género o la condición humana hasta la idea misma de literatura, no representa, en realidad, mayor dificultad —lo mismo podría decirse de cualquier escritor contemporáneo—. El reto radica en especificar cómo lo consigue.

No es ése el propósito de este breve comentario. Por una intuición, aparentemente sencilla y sin trasfondo, me ha parecido imperioso, antes de pensar en los posibles “reveses” o “antípodas” del poder en la literatura de Clarice Lispector, dar un paso hacia atrás y preguntar por lo que podría significar el poder, así, llanamente, en sus textos. [1]

Con el fin de aproximar una mínima respuesta, me dispuse a revisar mis notas de trabajo y apuntes diversos, hechos aquí y allá, al paso de casi una década de estudiar su obra. Así, me reencontré con el comienzo de O Lustre, segunda novela de Clarice (1946), La lámpara, en español, la cual ha sido muy poco estudiada y leída.

Una vez más, me pareció admirable. No obstante, me sacudió la soltura y la claridad con la que, en una sola frase, Clarice Lispector logra establecer un inicio aparentemente simple, pero que, en realidad, se sostiene a través de tensiones varias. La frase es la siguiente:

Ella sería fluida durante toda su vida. No obstante, lo que había dominado sus contornos y los había atraído a un centro, lo que la había iluminado contra el mundo y le había dado íntimo poder había sido el secreto. [2]

Acaso lo más inquietante es que la última palabra abre una tensión irresoluble en el seno mismo de la escritura: el secreto se enuncia pero no se sabe en qué consiste.

Con una oración sintácticamente impecable, el lector sabe que la protagonista habita una dicotomía entre la impermanencia y aquello que le ha proporcionado un centro. Ahora bien, sucede que eso que le ha dado alguna forma a Virginia, y que al mismo tiempo le ha permitido oponerse al mundo, y que justamente constituye un poder —así se le denomina—, es algo que, a pesar de que es enunciado con absoluta claridad, al momento de ser nombrado queda precisamente indeterminado y esto naturalmente suscita una profunda inquietud en el lector. Así, la escritura coloca, no sólo en la propia historia, sino delante de sí misma, un objeto siempre por dilucidar, lo cual instaura una especie de fuga, de abertura y de indeterminación permanente. De ese modo, el secreto, por un lado, hace posible a la novela y a la escritura misma —la novela versa sobre las búsquedas de Virginia—; pero también, de manera casi fantástica, termina por desestabilizar la supuesta centralidad que ha adquirido la protagonista y la sitúa en un nuevo vaivén: la recoloca en la fluidez que parecía haber sido superada.

Con esa sutileza, al interior de una frase y en sus corrientes internas, es donde habría que comenzar a buscar indicios de lo que sería el poder, en sus propios textos, para Clarice Lispector. Como se puede advertir —y esto no se limita a una única obra— el poder, en su literatura, es también algo inestable, fluctuante. Y en eso radica, tal vez, el mayor poder de la escritura de Clarice Lispector: esa capacidad para constituirse en un contra-poder, en una tremenda fuerza contra-hegemónica: exactamente, nombrándose, pero sin revelarse.

 

[1] Evidentemente, el tema es enorme. Aquí, únicamente destacaré el comienzo de una de sus novelas. Invito a los lectores a indagar si lo que aquí propongo tiene o no concreción en otros textos de la autora. Más allá, no es posible dejar de decir que en La manzana en la obscuridad, el poder constituye un aspecto transversal a la trama.
[2] Muchas páginas después, respecto a Virginia, se lee: “Lo que había existido en su vida era un poder indistinto e infinito, realmente infinito y desmesurado.” (Rocco, 1999: 70) La traducción en ambos casos, es mía.
Autora: Clarice Lispector
Título: Todos los cuentos
Prólogo: Benjamin Moser
Traducción: Elena Losada,
Cristina Peri Rossi, Juan
García Gayo, Marcelo
Cohen, Mario Morales
Sello: Siruela
Colección: Biblioteca Clarice Lispector, 14