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Ajetreos en la vida de Gustavo Adolfo Bécquer

Esperar una vida tranquila, apacible, sin cambios en la rutina podría parecer algo un poco monótono, pero, a su vez, un fin bastante válido, que anhela mucha gente. El poeta Gustavo Adolfo Bécquer tuvo una vida variopinta, que transitó desde la estabilidad, hasta un periodo caótico.

Nació en Sevilla el 17 de febrero de 1836, fue hijo del pintor José Domínguez Insausti, cuyos antepasados portaban el apellido Bécquer, de donde lo retomó y, a su vez, lo adoptaron sus hijos. Sin embargo, el padre murió cuando Gustavo apenas iba a cumplir los cinco años; seis años después, también murió su madre. Posteriormente, sumergido en una depresión, inicia una vida bohemia, mientras se dedicaba a escribir comedias y zarzuelas con algunos de sus amigos, para conseguir un poco de dinero.

Cuando nació su primer hijo, en 1862, tras haber dejado de lado el ritmo de vida que llevaba, comenzó a escribir para conseguir el sustento de su familia. Fue en ese periodo cuando muchas de sus obras importantes nacieron. Un par de años después, instalado en Madrid, comienza una época en la que se desempeña como censor de novelas, alcanzando un suelo de 24 mil reales. Un momento un poco más estable abraza la vida del poeta.

Hacia 1868, Bécquer se enteró que su esposa le era infiel; en ese mismo año, durante altercados consecuentes de la guerra perdió algunos de sus manuscritos, que tuvo que reescribir posteriormente. Se cree que su último hijo, nacido en diciembre, fue producto del amorío de Casta con su amante.

Bajo un eclipse total de sol, Gustavo Adolfo Bécquer falleció el 22 de diciembre de 1870. Hoy, a 144 años de su partida le rendimos este pequeño homenaje.

MasCultura 22-dic-2016.